lunes, 28 de diciembre de 2009

LA MISIÓN DE LOS CONSTRUCTORES

Unos obreros estaban picando piedras al pie de un enorme edificio en construcción. De pronto, un visitante se acercó a uno de ellos y le preguntó:
—¿Qué están haciendo ustedes aquí?
Uno de los obreros le miró con rudeza y le respondió:
—¿Acaso no ve usted lo que hacemos? Estoy aquí picando piedras como esclavo por un sueldo miserable y sin el mínimo reconocimiento. Mire usted ese cartel, tiene los nombres de los ingenieros y los arquitectos, pero nos nuestros, ni sombra… Nosotros estamos aquí de sol a sol dejando el pellejo en las piedras.
El visitante se acercó entonces a otro de los obreros y le hizo la misma pregunta. Este obrero, menos gruñón contestó:
—Pues aquí, como bien ve usted, picando piedras para levantar este enorme edificio. El trabajo es duro y mal pagado, pero qué le hacemos, no hay de otra y hay que llevar el pan a los hijos.
El visitante se acercó a un tercer obrero. Hizo la misma pregunta, ¿qué está usted haciendo? El hombre, con más entusiasmo y alegría respondió:
—Estamos levantando un gran hospital, el mejor del mundo. Las generaciones futuras lo admirarán y podrá salvar la vida a cientos, miles de personas. Quizá jamás lo pueda yo usar, pero quiero ser parte de esta extraordinaria aventura.

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El mismo trabajo, el mismo sueldo, la misma ausencia de reconocimiento, la misma realidad.
Pero hay en cada obrero tres maneras diferentes de ver la misma realidad, de vivirla; uno de ellos la ve como esclavitud; el otro, como resignación y el último como una apasionante aventura y como un desafío para sí mismo.
Deberíamos, todos, vivir con ilusión, disfrutar nuestro trabajo con pasión y sentirnos parte de las buenas obras.
Nosotros nos construimos a nosotros mismos con ellas… ¡Somos constructores!