"Huye de los malvados, más no odies a nadie". Y sentencian lapidariamente: "Haz el bien y deja hablar a los hombres".
Y es verdad, pensamos los alumnos de El Colegio. ¿Por qué?
Pues por la sencilla razón de que la convivencia en sociedad requiere respeto a los demás, y esto implica reconocer a nuestro prójimo tal y como es y poder así cumplir la máxima sálmica con la que los maestros colegiados abren sus cátedras: ¡Juntos en armonía!
Pero ello requiere vivir en armonía y concordia con los semejantes.
Ya Séneca lo dijo de otra manera:
Debe necesariamente temer mucho quien es temido de muchos.
Quien es temido de todos, debe ser un hombre peligroso, un ser temerario. ¿Tiene sentido vivir así?
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