Cuando se hace menester cambiar de piel el sufrimiento nos invade y la conjoga nos consume, sentimos la agonía, la tortura y el miedo de ver la vida con otra Luz, con otra mirada que nos parece extraña.
Es entonces cuando aparecen las formas cotidianas de practicar el secreto de la Iniciación, la magia de vernos a nosotros mismos, de mirarnos en un espejo y decirnos como el poeta español Leo Felipe:
"Las baratijas en su lugar, los ídolos al polvo y las esperanzas a la mar..."
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