viernes, 7 de septiembre de 2007

¡OH LUZ DE LOS MISTERIOS...!

¡Oh firmamento celeste, oh luz de los Misterios!
¡Tu, Hierofante que con tu antorcha iluminas mi camino por la noche!
¡Tú que alumbras mi sendero y me ubicas en el destino!
La noche estrellada cubre con su manto azul intenso los valles egipcios; las almas se elevan con sus destellos plateados buscando reunirse con Su Creador. Los sacerdotes subliman sus pensamientos y evocan la Revelación en lo más profundo de las pirámides, y allá, en el horizonte, los iniciados se recocijan en su dicha portentosa de ver a Dios.
¡Oh, Luz de los Misterios! ¡No abandones mi alma, no alargues mi desesperación!

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