viernes, 7 de septiembre de 2007

SALOMÓN, LAS RIQUEZAS Y EL INFORTUNIO

¡El inmortal Salomón! Sumido el Rey de Israel en profundas cabilaciones, todo atribulado, nos dice en el Sagrado Libro (Eclesiástes): "He visto, asimismo, que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo". Poco despúes, en el mismo Libro de Sabiduría, el Libro de la Ley Moral, nos informa lo siguiente: "El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto". Y es que Salomón, agudo sabio como era, observa lo que la realidad de su tiempo coloca frente a sus ojos: "Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: el del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da la facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutarán los extraños. Esto es vanidad y mal doloroso".
¿Qué podemos colegir, nosotros los mortales que vivimos en la más tierra de las tierras, que pasamos nuestros días al día y sin abundancias ni reservas? No hemos experimentado nosotros las glorias que viven las élites sociales y económicas del país, la abundancia desbordante de los ricos y poderosos. Los Maestros de El Colegio Invisible nos han enseñado: "Sé siempre contento con todo, de todo y para todo" y jamás juzgues la conducta de los hombres, condenándola o perdonándola, Dios, quién sondea nuestros corazones, es el único que puede juzgar sus obras". Y todos decimos: "¡Así sea!". Es decir, los Maestros del Colegio nos instruyen para que los seres humanos -los temerosos y amantes de Dios- nos conformemos con nuestra suerte, sobre todo cuando nada podemos hacer para cambiarla.

Esto es: nadie nos dice que no trabajemos para mejorar, salir de pobres y dar lo mejor a los nuestros. Pero Salomón nos enseña más, inspirado por el Altísimo. Él nos dice que el éxito material despierta la envidia de los demás, por ello todo es vanidad y aflicción de espíritu. Pero por ello también, los discípulos de El Colegio Invisible , debemos aprender a trabajar para vivir con dignidad, disfrutando de lo que obtenemos por el fruto de nuestro trabajo -única fuente de las riquezas- y aprendiendo a no necesitar más de lo justo. ¿Para qué enriquecerse? Todos aquéllos que caminan los pasos perdidos buscan afanosamente el oro y el oropel, la vanidad y la imagen, el poder y el dinero. ¿Para qué? Nos dice Salomón en el Volumen de la Ley: "Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho o coma poco; pero el rico no le deja dormir la abundancia". Eso dicen los sabios de El Colegio Invisible.

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