jueves, 22 de noviembre de 2007

PROCLAMAR LA VERDAD

Marco Tulio Cicerón -lo sabemos todos- fue filósofo, orador de fuste y político romano de altos vuelos. Decía, entre tantas cosas que sostuvo en las tribunas públicas romanas, que "la verdad se corrompe tanto con la mentira, como con el silencio". Es decir, el que calla daña tanto la verdad como el que la oculta o la distorisiona con la mentira.
Por eso, la labor de los Maestros de El Colegio Invisible consiste en "hallar la verdad y proclamarla al Universo".
Esta no es una tarea fácil; la búsqueda, en sí misma, es cuestión de método, ciencia y talento, paciencia y perseverancia. Pero su proclamación es cosa de valor y carácter.
En los tiempos de la Inquisición y del fanatismo impuesto por la Iglesia Católica Romana, gritar la verdad era penado con la muerte.
Galileo tuvo que retractarse para conservar la vida, pero su amigo, Giordano Bruno, fue a la hoguera por sostenerse en lo dicho. Ejemplos hay muchos, y todos ellos ponen en evidencia la barbarie del oscurantismo romanista, que tanto daño hizo a la cultura occidental.
Pero los hombres que proclamaron la verdad -artistas, filósofos, científicos, polemistas- han pasado a la historia por haber cumplido con la consigna del Maestro de Galilea, nuestro Salvador:

"La verdad os hará libres".


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