miércoles, 24 de octubre de 2007

LA SOLEDAD, BELLA COMPAÑÍA

Estar solo es bello y un fructífero estado; la soledad, como compañía, suele dar tan buenos, como malos frutos.
Pero no es lo mismo estar solo que vivir en soledad. Jesús, nuestro Salvador, enseñó que, en soledad, dentro de nosotros mismos (nuestra recámara), deberíamos orar con nuestro Padre que esta en los cielos, y que todo sabe de nosotros antes que le pidamos; que oremos con él en soledad y retirados de la vista de los demás, que no nos vean palabrear.
Pero muchos no pueden estar en soledad porque les da, entre otras cosas, miedo, verdadero pánico. ¿De los fantasmas o de los muertos? No.
Les de miedo de sí mismos, de los verdaderos fantasmas que llevan -llevamos- dentro.
Por eso Carlo Dossi se preguntaba:
¿Por qué se rehuye la soledad? Porque son muy pocos los que se encuentran en buena compañía consigo mismos. Muy pocos... ¿por que será?

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